La conocida ya como revolución de la longevidad enfrenta a las sociedades desarrolladas a un conjunto de retos que las ciudades han de afrontar con urgencia. En particular, los aspectos relativos a la vivienda, claves en la generación de espacios de vida facilitadores, exigen identificar bien el escenario y las necesidades que el envejecimiento de la población vasca va a plantear en una proyección de 20/30 años para así definir estrategias que permitan hacer frente de la manera más adecuada a los retos que se nos plantean en este ámbito.
Las personas que envejecen desean vivir de forma independiente, y permanecer en el propio hogar y en su entorno habitual el mayor tiempo posible, aún en caso de necesitar ayuda. De esta manera, la adecuación de la vivienda y el acceso a los servicios comunitarios y sociales de cuidado y apoyo son esenciales para responder a este deseo y permitir así envejecer de forma cómoda y segura en la comunidad y entorno social al que se pertenece. Pero, en ocasiones, las barreras y dificultades que presenta la casa, la aparición de situaciones de fragilidad o dependencia, o la necesidad de determinados cuidados hacen que estas personas se vean obligadas a abandonar su hogar.